viernes, 22 de abril de 2011

LA GRANDEZA DE UN CORAZON

Dicen los médicos que mi madre tiene el corazón muy fuerte. Y sí, es cierto, lo tiene muy fuerte. Pero yo creo que no se enteran. Lo que pasa es que lo tiene muy grande. Tan grande, que les desconcierta día a día. Y mientras ellos hace ya tiempo que creían que se iba a rendir, sigue latiendo con fuerza, porque es fuerte, pero sobre todo, porque es GRANDE.


Tan grande, que lleva años desbordado de amor a los que le rodeamos. Y aunque por el camino ha perdido a muchas personas a las que AMABA, así, con mayúsculas (su marido, su hermano, sus padres, alguna amiga...) siempre ha sabido hacer cómo que superaba el dolor, y continuar amando.


Yo recuerdo que en clase de religión siempre me explicaron que el verdadero amor es el que se da sin esperar nada a cambio. Supongo que en clases de moral o de ética enseñarán algo parecido, estoy segura. Y yo es algo que lo aprendía, lo memorizaba, como algo teórico, pero que me resultaba muy complicado llevar a la práctica.


Con mi madre sin embargo es fácil ver un ejemplo práctico: que sus amigas se olvidan de ella porque hace años que no puede salir de compras, o a tomar un café por ahi... da igual... cuando tienen un problema ahí está mi madre para escucharlas, consolarlas, aconsejarlas... ; que alguno de sus hijos le damos una mala contestación, o un disgusto... da igual... si cinco minutos más tarde se entera de que tienes un problema, ahi la tienes al otro lado del teléfono, aún a riesgo de oirse un "estoy liada, no puedo hablar", sin saber siquiera el motivo de la llamada... ; que alguna persona le causa dolor hasta llorar... siempre perdonando, por "que haya paz"; que se entera que su hermana ha discutido con su cuñada... ahi la tienes mediando, aún a costa de "recibir a las dos caras". Y repito... todo ese amor, porque yo creo que eso es amor, lo da sin esperar nada a cambio...


Es cierto que la vida también le ha dado alguna gran satisfacción: sus nietos. NIetos a los que adora, y que la adoran a ella. MI hija lleva hoy hace dos meses sin verla, y ahora llora cuando me pregunta cuándo podrá verla, porque la echa tanto de menos que le duele. Y yo he visto llorar a mi madre por no poder ir personalmente a comprar sus regalos de reyes, por ejemplo. Pero ha sabido suplir sus limitaciones con su gran, repito, GRAN CORAZON. ¿Que no puedes bailar con tu nieta? Da igual, te agencias un juego de la oca y te dejas hacer trampas como una loca. ¿Que no puedes ir al parque a columpiarla? Da igual... no hay nada más emocionante que una tarde sacando lo que hay en los cajones de la cómoda... y llevándote a casa los pequeños tesoros encontrados en alguna caja olvidada en el fondo del armario.


Los médicos siguen sin comprender porqué el corazón de mi madre late cada día con más fuerza. No lo entienden, no lo pueden entender... mi madre no es que sea fuerte, que lo es, es muy fuerte, cada día me lo demuestra una vez más, y cada día la admiro más. Es que mi madre tiene un corazón tan grande que no hay ciencia en el mundo que lo pueda llegar a entender. Y es esa grandeza la que hace que aunque sólo podamos visitarla media hora por la mañana y media hora por la tarde, nunca pase mucho rato sola: celadores, enfermeras, auxiliares, médicos que la han atendido a lo largo de este calvario... todos siguen visitándola, aunque no lo hacen por obligación, porque ese ya no es su trabajo. Lo hacen por cariño.


Porque cuando atenderla era su obligación ... ellos también supieron captar la grandeza de su corazón.

lunes, 11 de abril de 2011

Historias de hospital: 3º

AAAAAAAAhhhhhhhh ahhhhhhh ahhhhhhh


Los gritos se oyen por todo el pasillo. Gritos, lloros, lamentos, y hasta golpes... esta debe de estar tirando todo lo que pilla a mano.


Yo estoy en la puerta, esperando que terminen la cura, pero los gritos no salen de nuestra habitación, y eso que motivos tendría. Los gritos salen del otro extremo del pasillo. Pero yo creo que la tienen que estar oyendo desde fuera de la clínica.


En estas que sale la matrona, y comenta en control: me la bajo a ponerle la epidural, porque si con estas contracciones grita así, no te digo cuando le vengan las de verdad. Esta da a luz hoy mismo, pero aún tardará 10 horas, al ritmo que va. Y no quiero que esté así todo el día... se va a agotar ella, va a desquiciar a todo el mundo y no te digo al resto de parturientas... las va a acojonar.


Total, que baja un momento a solicitar que lo preparen todo para la epidural, y mientras, a su paciente le da un ataque de histeria. Una enfermera entra corriendo, para ver si le ocurre algo... Sale y comenta:


"Pues no me dice que aún no ha decidido si quiere tenerlo aqui o en el hospital xxx... ya le he dicho... pues decide pronto, hija, porque en cuanto te pongan la epidural que pides de aqui ya no puedes salir... "


Lo que es la indecisión...

domingo, 10 de abril de 2011

Historias de hospital: 2ª

Niña de dos años, llorando a moco tendido:


- Yo quiero irme a casa con mi mamáaaaaa

- Raquelita, hija, ahora mismo vas a ver a mamá, está aquí, en el hospital, con el nuevo hermanito.

- Pero yo no quiero estar aquíiiiii... yo me quiero ir a mi casaaaaa

- Mira, Raquelita, es que en el hospital nos han regalado un bebé

- Buaaaaaaa

- Ala, Raquelita, no llores: ya te he dicho que en el hospital a mamá y a papá nos han regalado un niño para que lo cuidemos, y tú tienes un nuevo ordenador.


sábado, 9 de abril de 2011

Historias de hospital: 1ª

Me encantaría que esto fueran "Historias de una celebración" o "Historias de un viaje" por ejemplo. Pero no siempre podemos elegir lo que nos toca vivir, asi que... inicio una serie de Historias de hospital. Eso sí... con una sonrisa. No tengo muchas ganas de sonreir, pero debo hacerlo. Es lo único que puedo hacer ahora mismo para sobrevivir a la vida.


7 de la mañana. Estoy despierta, porque ahora sigo el horario gotero, osea, a las 6 de la mañana los ojos como platos. La puerta abierta porque hace un calor insoportable. Y escucho la siguiente conversación:


- Disculpe, señorita: ¿a qué hora se sirven los desayunos?

- Se reparten a eso de las 8.

- Uf, qué tarde para mí... es que yo acostumbro a desayunar a las 7... pues nada, mire, por favor, tome nota... en esta habitación un continental.

- Uy, no, mire, disculpe... aqui no se sirven desayunos de ese tipo... puede tomar leche, café con leche, cola cao, infusiones, zumos, tostadas, bolleria, mantequilla, mermelada, yogur... o una combinación razonable de ellos, siempre que no tenga que seguir una dieta, claro. Cuando pasemos con el carrito si su médico no ha indicado un desayuno específico le preguntaré qué quiere.

- Uf, pues vaya desayunos flojos que sirven aquí...


Remito al título del post: Historias de hospital... no Historias de hotel.