domingo, 15 de enero de 2012

Cosas, cosas, cosas...

A ver cómo lo explico...

Cuando murió mi padre, recuerdo que me encontré con "cosas"... no me refiero a cosas de valor sentimental, como su agenda, o el bolígrafo que siempre llevaba en la americana, o su cartera con notas y fotos personales... me refiero a "cosas"... cosas que no tenían una especial carga sentimental... quizá porque él no les tenía un cariño especial, o porque igual no llegó ni a utilizarlas. Pues... no sé... por ejemplo pienso en un ¿bade? (no recuerdo si se llama así), de mesa, que alguien le regaló, de madera, muy bonito, sí, pero no demasiado práctico, que él no llegó a estrenar. Y que todavía tengo por ahí. Me da no sé qué tirarlo... es bueno, es bonito, seguro que a quién lo compró le costó una pasta, pero a mí no me resulta práctico...  no sabría a quien regalarlo... y desde luego en ebay no me lo iba a comprar nadie...

Recuerdo además que cuando mi madre me decía: ¿quieres tal cosa de tu padre? Yo no quería nada... porque el recuerdo de mi padre, lo que él fue para mí... no estaba en sus cosas... aunque paradojicamente, me negaba a que mi madre tirara o diera ninguna de sus cosas. Gracias a Dios no me hizo caso, y cuando le dije: mamá, si quieres cogemos la ropa de papá y la llevamos a las hermanitas de los pobres... mi madre me dijo: Elena... hace meses que las llevé con tu hermano.

Estuve unos años con mucho desapego por la cosas, no guardaba recuerdo de nada, ni de nadie, ni siquiera me hacía fotos en acontecimientos familiares, ni en vacaciones, por ejemplo. Porque sabía lo que duele, cuando faltas, y quien te quiso se encuentra tus cosas, o tus fotos, y no sabe muy bien qué hacer con ellas, porque tirarlas duele, guardarlas todas es imposible e inútil, y las que podrían reuitlizarse por otra persona... no siempre sabes dónde entregarlas. (No me refiero a ropa, eso supuestamente siempre hay quien la pueda utilizar. Y subrayo lo de supuestamente... ).

Hace unos meses murió mi madre. Y de nuevo, la historia se repite. Por poner un ejemplo... mi madre era lectora empedernida. Ahora tengo estanterías y estanterías de libros. De mi madre, y de mi padre... algunos nos interesan a mi hermano o a mí, o son obras de la literatura que te gusten o no, deberían estar en casa, sobre todo cuando hay niños en edad escolar. QUizá a ellos sí les interesen, o simplemente, tengan que leerlos un día. Pero hay muchos, muchos libros, que ni a mi hermano ni a mi nos interesan, ni les tenemos un especial cariño, ni sabríamos a quién regalarlos... Pero me niego a encerrarlos en cajas en un trastero. Menos, tirarlos al contenedor azul... MI hermano me dijo que si no los queríamos conservar, y no sabiamos a quien regalarlos, podíamos venderlos en ebay. No es por el dinero es... porque si alguien los compra, será porque para él (o ella) sí tengan un valor. Parecerá una tontería... pero he vendido dos... que para mi hermano y para mí no tenían valor sentimental (no tengo recuerdo ni de mi padre ni de mi madre leyendolos)... y los dos compradores al recibirlos nos han hecho comentarios del tipo "llevaba tiempo buscándolo, voy a disfrutarlo con mucho interés". Lo de menos es el precio... lo importante es que esos libros van a tener "vida".

Preparando los papeles de la herencia de mi madre, en la notaría... me eché a llorar. QUé poco profesional... por mi trabajo he preparado cientos de trámites similares, y para mí siempre han sido rutina. Pero claro, cuando es para tí que preparas una herencia... duele. El oficial de la notaria, me dijo una de esas frases que escuchas, y que se te queda grabada... porque encierra verdad: "Es muy duro desmontar una casa. Porque además, las llenamos de cosas... de un modo un poco absurdo... Cosas que sabemos que igual no las volvemos a usar, o a las que no les tenemos un cariño especial... pero ahi están... para el que viene detrás".

El otro día salió el tema en la oficina. No somos especialmente ecologistas, ni anticonsumismo, ni proreciclaje... pero comentamos, mi hermano y yo, con nuestro empleado, la sensación que da tirar ciertas cosas porque tú no las usas, o no las necesitas... sabiendo que alguien en algún lugar sí les podría dar nueva vida. Pero en esta sociedad de consumo el usar y tirar está a la orden del día. Además, en España parece que más que en ningún sitio: las tiendas de ropa o de otras cosas de segunda mano parece que están mal vistas, como si fueran de pobres (como si ser pobre fuera una deshonra, jolines... que eso es muchas veces cuestión de mala suerte)... como si el ofrecer algo usado a alguien pueda ser motivo de ofensa... las tiendas que compran/venden artículos usados sólo las usa una minoria... llevar allí las cosas es casi casi signo de "desesperación económica"...

Por poner un ejemplo: yo tengo una mesa de máquina de escribir en la oficina (siiiii... para ciertas cosas aún se usan esos aparatos antiguos... siiiiii)... mesa que rescatamos junto a unos cubos de basura. Estaba nueva, impecable, limpia... y ahi la habían dejado. La vimos, aún vivía mi padre... nos echamos una mirada los tres... y no hizo falta más: la mesa se vino a vivir una segunda vida con nosotros. Hay veces que lo cuento y me miran con cara de "será cutre"...

Sin embargo, tengo un cliente que por motivos de su trabajo viaja mucho a Francia o Inglaterra a "ferias" o... no sé como se llaman, no recuerdo... donde la gente lleva las cosas que tienen en sus casas, en sus trasteros, que ya no usan, o no quieren... para darles una segunda vida.

¿Qué tiene de malo reutilizar cosas? ¿porqué ese afán en acumular acumular acumular? (independientemente de mis reflexiones del principio... que ese acumular luego hace daño a quien viene detrás). Pero al mismo tiempo... si una persona quiere reutilizar... o no le importa comprar algo usado... o no le importa regalar algo que no usa, pero que sabe que otro podría usar... pocos recursos tiene... no existen muchas formas de poder hacerlo...  y no tendría porqué ser tan complicado...

Como muestra, un botón: en el cole de mi hija llevan ya dos años haciendo un intercambio de libros usados, tanto los peques como los padres. Yo no he podido participar ninguno de los dos años, el primero estaba de reposo yo, el segundo estaba con mi madre, en la clínica. Espero no perdérmelo este año. Precisamente por el cariño que siento por los libros, me gusta darles vida nueva...


4 comentarios:

  1. Jo Elena, te leo y me siento totalmente identificada contigo, como sabes, mis padres viven en una residencia y aunque me madre nos dice que pasemos por su casa y cojamos lo que queramos, yo soy incapaz, no quiero nada, es mas, no me gusta ir a la casa, ahora vive un hermano que está separado y hemos celebrado la navidad alli y no me gusta nada, es como una etapa que se ha quedado atras y ya no tiene nada que ver.
    Me encanta leerte preciosa.

    besotes
    Fabi

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  2. Sí, lo confieso, yo también he cogido cosas de la basura y las he reutilizado, como las estanterías de cristal que tengo en el salón para colocar mis libros o como la silla de madera (esa tan popular y moderna que se puede graduar el asiento y el respaldo) que encontramos al lado de in contenedor y que estaba IMPECABLE, y cuanto me pena no haber podido coger una mesa de centro preciosa y original para el pueblo, pero la dejaron enfrente de la tienda y a lo que salí de trabajar ya sequía la habían llevado.
    Yo soy de tirar, no se puede almacenar y almacenar objetos en casa, o los tiro o si están en buen estado los regalo a quien sé que los pueda necesitar, lo mismo que yo acepto cosas usadas pero en buen estado y que se puedan usar, claro, que para pingos ya tengo yo en casa jajaja.

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  3. Hola Elena, te he encontrado por casualidad a través de Pica Pecosa y estoy devorando todo lo que llevas escrito. Me encanta, por fin encuentro un blog donde se reflejan los pensamientos y los sentimientos (y no solamente el yo se hacer esto o aquello)así que me voy a "afiliar" a tu blog y podré seguirte en otras ocasiones. Con respecto a esta entrada te diré que en bastantes ocasiones he encontrado libros tirados, de todas clases, algunas veces libros de texto dormidos durante muchísimos años en algún sitio y que alguna madre harta del volúmen que ocupan ha decidido tirar. Estos tienes difícil aprovechamiento porque el mundo avanza a pasos agigantados y todo queda obsoleto rápidamente. Sin embargo recuerdo con especial cariño un día que salía del médico con mi hija, en pleno centro de Barcelona y para más Inri delante de una gran Biblioteca, allí junto a un contenedor azul, dos bolsas que quizás querían pasar desapercibidas por su sencillez pero que para mí guardaban unos tesoros. Dentro había libros que probablemente habrían sido de alguien religioso/a porque había un misal, una pequeña biblia y otros librillos así y digo librillos porque son de pequeño tamaño (unos 10 cm. de alto) de los años 50 y encuadernados en un tipo de tela acorde a la época. Siempre que he tenido la suerte de algún hallazgo semejante me hago la siguiente pregunta ¿Cómo alguien puede tener tan poco interés por el aprendizaje o por la lectura que nos enriquece el alma como para tirar un libro? Siempre quedará quien no puede comprarlos y es tan bonito y gratificante compartir.......

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    1. Hola, Celia, bienvenida a mi blog, me alegro mucho que te guste, puedes pasar por aquí siempre que quieras. Para mí ha sido en ocasiones una ventana abierta donde gritar lo que siento...

      Y sí... es alucinante, y triste, muy triste... lo que podemos llegar a encontrar en la basura. O lo que directamente morirá en ella, sin tener esa segunda vida que podría llegar a tener. No sé muy bien porqué, en España no existe esa cultura del mercadillo, donde vender o cambiar lo que no utilizas, pero que para otro puede ser un tesoro... Porque encima, para más inri, cuando se hace un mercadillo... sólo se encuentra... basura... Mientras que en la basura muchas veces se pueden ver maravillas como la que cuentas...

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